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lunes, 26 de octubre de 2020

[CRÓNICA] PLEBISCITO, DIVERGENCIAS, SUEÑOS E INCLUSIÓN. Patricio Lara González

 

PLEBISCITO, DIVERGENCIAS, SUEÑOS E INCLUSIÓN

Crónica de un proceso histórico en pro de un nuevo Chile, para todos y todas

Por Patricio Lara González, en Curepto, 26 de octubre de 2020


En palabras de nuestro querido vecino y profesor, don Danubio Correa Hernández, la historia viene a ser una serie de hechos y procesos realizados por ciudadanos de un lugar dado, donde aparecen dirigentes que las circunstancias dadas en la comunidad, los hacen emerger como respuestas a situaciones concretas, pero en definitiva es toda la comunidad la que hace historia, es protagonista de ella día a día, en una dinámica viva y con proyección a futuro[1], cita con la cual no puedo sino estar más de acuerdo, sobre todo en momentos como el actual, a pocas horas de haberse vivido el acto electoral –en mi opinión- más importante en Chile desde 1988, año en que a través de otro plebiscito, el pueblo irrumpió y gatilló democráticamente, un cambio institucional pleno de sueños y esperanzas.

A más de 30 años de entonces, creo que hay pleno consenso en que no todos aquellos sueños y esperanzas que venían con el arcoíris, finalmente se cumplieron.  Es cierto, se avanzó en muchos planos, como por ejemplo: en la recuperación de importantes espacios democráticos; se disminuyó los niveles de pobreza extrema; se mejoró en materia de violaciones a los derechos humanos con un poquito de verdad histórica y justicia (aunque sólo “en la medida de los posible”, como reconoció en su momento el ex Presidente Aylwin); hubo importantes logros a nivel macroeconómico, producto de los cuales, la gente tuvo acceso a más (aunque no necesariamente mejores) puestos de trabajo y pudo comprar zapatillas de marca, autos y televisores, mientras muchos veían a Chile como un ejemplo para Latinoamérica y el mundo.

Sin embargo, el modelo político y económico vigente, sustentado en su esencia más profunda en la Constitución Política del Estado, aquella impuesta por la Dictadura en 1980 si bien fue reformada en múltiples oportunidades, nunca se tocó en tales cambios las bases ideológicas allí presentes. Todas ellas, responsables de los actuales niveles de inequidad en materia de salud, educación, pensiones, centralismo y otros, así como de la concentración de la riqueza en unos pocos, frente a la pobreza de muchos, así como un nefasto rol subsidiario del Estado que limita su accionar en favor del mercado y la iniciativa económica privada a ultranza, postergando los derechos sociales y convirtiéndolos en bienes de consumo.

Tal escenario ha propiciado cientos de otras diferencias, aceptables y poco importantes para unos, verdaderamente inaguantables para otros.  Así, las clases de ética para quienes se coluden y dañan a las familias humildes de este país, junto a multas irrisorias para sus responsables; los perdonazos tributarios a los grandes propietarios y/o grandes conglomerados empresariales; los abusos en los precios de los medicamentos; los sueldos millonarios de diputados y senadores, frente a un sueldo mínimo que sólo asegura la expansión de la miseria; el rol de las ISAPRES en un contexto de salud de primera y segunda categoría; el rol de las AFP, que con los ahorros de los trabajadores financian los proyectos de los mismos dueños de Chile, quienes disfrutan de sus ganancias mientras se socializan sus pérdidas; la apropiación de los derechos de agua; la repartición del mar en materia de cuotas de pesca en unas pocas familias; los subsidios estatales que aseguran la rentabilidad económica de las grandes empresas forestales que con sus monocultivos, desplazan a la población rural y secan y matan la tierra; la displicencia con que se aborda la explotación irracional de los recursos naturales del país, con un grave y muchas veces irreversible daño ambiental; la intervención y destrucción de los glaciares por parte de proyectos mineros; la corrupción que se va apoderando de gran parte de nuestras instituciones; el clientelismo político que busca mantener y replicar en el tiempo un sistema electoral (en sus distintos niveles) vergonzoso e insostenible;  esa aplicación de justicia diferente, según sea la condición económica y origen social del imputado; sueldos distintos para hombres y mujeres; invisibilidad e irrespeto hacia nuestros pueblos originarios; y tantos otros ejemplos.

Una muy querida amiga –también cureptana- se preguntaba poco antes del Plebiscito, ¿por qué Chile está tan “patas para arriba”?, aludiendo a las jornadas de protestas (con y sin violencia) que estaban aconteciendo en el país.  Yo, desde esta esta crónica, me atrevería a responderle que fue precisamente por esto, por esa desigualdad evidente, por los abusos y por la injusticia.  No fue sólo por los treinta pesos del alza de los pasajes del metro en Santiago, que terminaron gatillando el despertar y estallido social del 18 de octubre de 2019 ni sólo porque nos mandaran a levantarnos más temprano para llegar a tiempo a nuestros trabajos ni sólo porque nos sugirieran que aprovecháramos los tiempos de espera en las filas de los consultorios, para hacer vida social.  Fue por la sumatoria de todo aquello; fue porque se estiró el elástico hasta más no poder; porque se maximizó la rentabilidad económica hasta ahogar al pueblo y a la llamada “clase media”, hasta reventarlos en deudas, en empleo precario, en hacinamiento, en hambre.       

Es desde este muy breve y sin duda todavía incompleto análisis, que es posible explicar lo que ocurrió el reciente 25 de octubre; una fecha verdaderamente histórica, por lo que ella implica en sí mismo, para nuestro país y donde un 78% del electorado se manifestó a favor de la redacción de una nueva Constitución Política para Chile, frente a casi un 22% que optó por un rechazo al citado cambio constitucional.  Y, donde por un porcentaje todavía mayor, la Convención Constitucional, se levantó como la opción de órgano responsable de su redacción, lográndose asegurar con ello, por primera vez en el mundo, que una Constitución Política sea redactada con paridad de género.

¿Cuáles son mis aprensiones hoy?. Que la clase política no haya entendido el mensaje dado abrumadoramente por el pueblo y quiera cooptar y apoderarse de un proceso que desde su origen fue ciudadano.  Esto, pues el sistema de elección de los futuros “constituyentes”, es prácticamente el mismo que aquel mecanismo con el cual se elige periódicamente a los diputados, con algunas pequeñas correcciones, pero que de igual modo impide –o al menos dificulta una enormidad- un acceso igualitario para los independientes y representantes de esa ciudadanía, que no quiere -y así lo expresó en este plebiscito- ser representada por los políticos de siempre.  Esa es la discusión que viene, es decir, el cómo se garantizará el acceso de independientes y de representantes de los distintos pueblos originarios, en el proceso de conformación esta esperada Convención Constitucional.

¿Qué significa todo esto para Curepto?.  Nuestra comuna no es una “isla”, en este Chile tremendamente injusto y tremendamente centralizado, donde el presidencialismo extremo, enquistado y fortalecido en la Constitución de 1980, impide la colegislación, la iniciativa legal ciudadana, la toma de decisiones relevantes en las propias regiones y comunas de nuestro país, en vez de Santiago.

En materia de “Centralismo”, sólo algunos ejemplos: se decide en Santiago el “per cápita” que financia la salud municipal; se decide en Santiago el financiamiento de la reconstrucción del Club Social de Curepto, en desmedro de proyectos de servicios higiénicos, para las juntas de vecinos de Hornillos y/o Rapilermo; se decide en Santiago o máximo en Talca, el destino de recursos económicos sectoriales dispuestos para nuestra comuna, por instituciones como el Ministerio de la Mujer, SERCOTEC, INDAP, Ministerio de Obras Públicas, CONAF y otras; se decide en Santiago si se construye o no un embalse o un tranque en nuestra comuna; se decide en Santiago si se asfalta o no un camino rural.  Por cierto que aquí se requiere un cambio constitucional, que promueva la descentralización efectiva y la instauración de verdaderos Gobiernos Comunales (hoy los municipios son meras Administraciones Comunales, con cierta autonomía, pero con poder de decisión limitado).

En materia de agua para consumo humano, también hay mucho qué decir.  Primero que todo, revisar qué pasa con los derechos de agua en comunas como la nuestra, actualmente en propiedad, por ejemplo, de grandes empresas forestales, dueños de fundos, Aguas Nuevo Sur y otros, y cómo ello afecta en ciertos territorios, la posibilidad de desarrollar y/o mejorar sistemas de Agua Potable Rural (APRs).  O como el monocultivo de pinos y eucaliptus, subsidiados por el Estado y sin ninguna fiscalización, junto a la escasez hídrica actual, terminan dañando las cuencas hidrográficas y napas subterráneas y, por extensión, impidiendo el acceso al agua, por parte de nuestras comunidades rurales.  Esto también es posible de regular desde una nueva Constitución. 

¿Qué pasa con nuestros(as) pensionados(as) y jubilados?. ¿Permite hoy la Constitución una administración tripartita de los recursos previsionales de los trabajadores o alguna fórmula siquiera mixta de sistema previsional?. No, no lo permite, así como tampoco garantiza salud y educación de calidad y equitativa, para nuestros(as) habitantes ni garantiza la protección del medio ambiente ni la vida de las personas en territorios libres contaminación, posibilitando y propiciando la existencia de “zonas de sacrificio”, destinadas a la industria, minería, energía y otras.

Curepto es la comuna de la Región del Maule, con el mayor número de personas de origen indígena.  ¿Están reconocidos constitucionalmente los pueblos originarios en Chile?.  Claramente no lo están y esto no sólo afecta al pueblo mapuche y sus distintas denominaciones, sino que al pueblo Aymara, Colla, Atacameño, Quechua, Rapa Nui, Yámana, Kawashkar, Diaguita y Chango. Todos ellos invisibilizados por la Constitución vigente, lo que obstaculiza la posibilidad de generar políticas públicas adecuadamente focalizadas, así como el reconocimiento de diversos derechos connaturales.

Finalmente señalar, más allá de los muchísimos ámbitos de discusión acerca del fondo de lo que estaba “sobre la mesa” este 25 de octubre y que en una crónica como ésta, resultan imposibles de abordar en su totalidad, sólo falta recordar a los lectores cuáles son los dos principales “candados” de la actual Constitución Política del Estado de Chile y que impiden avanzar vía “reformas”, hacia un cambio del modelo económico y político que consagra esta carta magna. El primero de ellos está constituido por los quorum de supra mayoría (dos tercios de los Diputados y/o Senadores en ejercicio, según corresponda) que necesariamente requiere cualquier cambio constitucional, sobre aquellos aspectos que sean basales para dicho Modelo.  Es aquí donde un tercio de los(as) diputados(as)/senadores(as), vale lo mismo que dos tercios de ellos(as) y, el voto de esa minoría, impide cualquier reforma constitucional relevante.  El segundo candado, por su parte, está conformado por lo que en la práctica deviene en un “cuarto poder” del Estado, correspondiente al Tribunal Constitucional, donde si algún proyecto de Ley o de Reforma afecta al modelo que propicia y defiende esta Constitución, es declarado inconstitucional por dicho organismo. 

Si bien es cierto que en los últimos treinta años, los distintos gobiernos han optado por administrar y no cambiar el modelo, también es cierto que cuando se ha intentado alguna reforma importante, ella se muere antes de nacer, sea porque no se logran los quorum supra mayoritarios requeridos en el Congreso o bien, porque el Tribunal Constitucional, impide su materialización.

En este escenario, sin lugar a dudas, una nueva Constitución Política que se levanta como una  opción que fue votada muy mayoritariamente y sin ningún ejercicio de violencia en este reciente e histórico plebiscito. Ésta deviene en una gran oportunidad de encuentro en un Chile que es de todos y todas y nos sólo de unos(as) pocos(as). Es decir, un camino que efectivamente nos puede conducir a un país más justo, donde todos nuestros sueños y esperanzas, tengan cabida, porque tal como señalaba don Danubio, es toda la comunidad la que hace historia, (y) es protagonista de ella día a día.

  

Patricio Lara González



[1] Correa, Danubio, “Curepto Apuntes de su Historia, 2014 (Edición actualizada).

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